LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
En algunos países europeos como Francia, Inglaterra y Holanda se produjeron, durante el siglo XVIII, importantes adelantos en la agricultura: la rotación de los cultivos-con lo que se lograba varias cosechas al año-, la incorporación de nuevos cultivos traídos de América-la papa y el maíz-, la mejora de los instrumentos agrícolas, la utilización de abonos y la introducción del caballo en las faenas rurales.
Los progresos en la agricultura permitieron una mayor provisión de alimentos, por lo que la población aumentó. Para abastecer a esta población en aumento era necesario elaborar más cantidad de productos y a menor precio, para que todos pudieran comprarlos. Pero venderlos más barato era posible si se fabricaban en mayor cantidad y más rápidamente de lo que lo hacían los artesanos. ¿Cómo lograrlo?
Hasta fines del siglo XVIII, la mayoría de los productos se elaboraban en forma artesanal. Por ejemplo: se hilaba y se tejía o en telares movidos por la fuerza de personas y animales. Desde las últimas décadas de este siglo, en Inglaterra se inventaron máquinas que efuncionaban movidas por la fuerza del vapor de agua -grandes chorros de vapor impulsaban los motores de las máquinas-, muy potentes y que permitían fabricar más productos en menos tiempo. Así, el trabajo manual comenzó a ser sustituído por el industrial y los pequeños telleres comenzaron a ser remplazados por grandes establecimientos llamados fábricas.
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